Puede parecernos chocante pero el rock ‘n’ roll tiene un origen femenino y, aún más chocante, muy espiritual. Hay un consenso entre los estudiosos del tema en considerar la canción “Strange Things Happening Everyday” (Todos los días pasan cosas extraordinarias) como la primera grabación de ese estilo musical que conquistaría el mundo. Fue un gran éxito en 1944, en realidad un spiritual afroamericano al que Sister Rosetta Tharpe había dado un nuevo sonido con su voz y su guitarra. Todas los grandes hombres del rock siempre reconocieron la influencia de Sister Rosetta y en el reciente biopic de Elvis (Baz Luhrmann, 2022) hay un homenaje a su figura y a su influencia sobre “El Rey”. Lo curioso es que Rosetta no fue incluida en el Salón de la Fama del Rock hasta 2008, lo que da que pensar sobre los prejuicios raciales, culturales y sexuales de una industria musical muy misógina también hoy.

Algo parecido pasa con el blues, el primer superventas blusero (Crazy Blues, 1920) es una grabación casi accidental de Mamie Smith, su éxito entre la población afroamericana fue el germen del mercado discográfico de masas.

Hoy muchos artistas están reivindicando el legado de todas esas mujeres. A ese movimiento se quieren unir el grupo de teatro Burubú y la banda Fonocracia con “La madeja del blues”, un espectáculo teatral con música en directo en el que los primeros éxitos del blues y el rock, obra de cantantes y compositoras olvidadas, sirven de hilo conductor con las mujeres pioneras, contadoras de historias, sanadoras y artistas del pasado que han sido invisibilizadas a pesar de su importancia.

La voz de un locutor de radio insiste en contarnos una versión de la historia que se repite época tras época y en la que constantemente se olvida y se ningunea a la mujer, pero la música cuenta y celebra otra historia: la de unas mujeres que, sin poder para hacer nada, lo hicieron todo.

Sobre el escenario un trío de músicos (guitarra eléctrica, bajo y batería), tres actrices caracterizadas en distintas épocas: Nea, la mujer primitiva que nos llevará al origen de la humanidad, es decir, los cuidados mutuos y la expresión artística. Sherezade, la mujer narradora que enfrenta las amenazas del sultán, arquetipo de la violencia sobre la mujer y Blueswoman, la mujer esclava afroamericana creadora de la gran música popular. Estas mujeres, como las artistas que se homenajean en la obra (Sister Rosetta, Big Mama Thorton o Janis Joplin entre otras) están unidas por el hilo del tiempo que teje su historia.

El otro personaje es un locutor de radio que va cambiando su tono y su formato, pero siempre difunde una versión de la historia que oculta o tergiversa el papel de la mujer, hasta que ellas le hagan callar y cuenten su historia.