«Judith» de María Porcel, una versión de «La mujer judía».
FUNCIÓN ENMARCADA EN LA III EDICIÓN DEL SEMINARIO «TEATRO, CINE Y ECONOMÍA. CONFORMANDO ESPÍRITUS CRÍTICOS» DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES DE ALBACETE.
PRODUCCIÓN: María Porcel
SINOPSIS: De 5.600.000 a 6.100.000 de judíos, de los que del 49 al 63% eran polacos; De 3.500.000 a 6.000.000 de civiles eslavos; De 2.500.000 a 4.000.000 de prisioneros de guerra soviéticos; De 2.500.000 a 3.500.000 de polacos no judíos; De 1.000.000 a 1.500.000 de disidentes políticos; De 200.000 a 800.000 gitanos; De 200.000 a 300.000 discapacitados; De 10.000 a 250.000 homosexuales; En total las víctimas suman una cifra de 15.510.000 a 22.450.000 (quince a veinte millones de personas, aproximadamente). Estas son las cifras aproximadas y bastante fiables de la gente que murió durante el holocausto nazi, o lo que algunos alemanes se enorgullecieron de llamar “La solución final”.
De 1933 a 1939, durante su exilio en Dinamarca el autor y dramaturgo Bertolt Brecht escribió Terror y miseria del tercer Reich, en la que a lo largo de 24 capítulos se muestran distintas escenas de la Alemania nazi y la psicología del nazismo, como el miedo y el terror que llevaron a cabo para consolidar su poder. Entre estos 24 episodios hay un solo monólogo, protagonizado por una mujer, Judith. Judith: mujer de Judea, como su propio nombre indica es una mujer judía, casada con un alemán, burguesa, lo tuvo todo y sabe que ya no le pertenece nada… Ha querido a su marido, probablemente aún lo siga queriendo, pero algo ha cambiado… Por la forma de su nariz, por el color de su pelo… ha perdido sus derechos, incluso el de ser querida por su marido .Ahora toca huir… no hay peor destino que el que nunca hubieses imaginado que podía llegar, y ahí está, llamando a la puerta: Hai Hitler!
Llama a sus conocidos antes de huir, para no dejar ningún cabo suelto, todos son alemanes, las últimas personas de las que se despide la perseguirían o la delatarían… O tal vez ya lo hayan hecho… Está sola. Después ensaya lo que le va a decir a un marido alemán, pasivo, cobarde, que va a ver marcharse a su mujer, sin decir nada, sin hacer nada, simplemente convenciéndose de que esa separación solo va a durar un tiempo… aunque ambos saben que destino les espera… Aunque él mejor que nadie, sabe y está convencido, de que su mujer no vale nada. Pero Judith ya no prepara su huida, ya no busca su libertad… O tal vez sí, entre los muros, la alambrada, quizás su mejor consuelo sea seguir en la despedida; no en la realidad que le espera tras la puerta… unas escaleras, lo que parece una ducha… y un judío más que tachar de la lista, que al final es menos que las ratas….
DURACIÓN: 60 minutos
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