Corre el año 1621. Teresa de Jesús murió hace 40. Aunque ya es beata y están a punto de canonizarla, los carmelitas de España han logrado desmantelar su obra, la reforma descalza. Hasta hace muy poco han mantenido en el índex de los libros prohibidos el «Cántico espiritual» de su principal socio, fray Juan de la Cruz. Los más fieles seguidores de la monja de Cepeda han sido expulsados del país o tuvieron que exiliarse, como habría ocurrido con fray Juan si no hubiera muerto en 1592.

Una de las principales colaboradoras de ambos, sor Ana de Jesús, acaba de morir en Bruselas. Los admiradores de la recién fallecida, más fuertes fuera del país que dentro del mismo, reclaman que suba a los altares. Pero en España, son los mismos descalzos quienes se afanan en destruir todas las pruebas que pudieran ayudar a la beatificación de sor Ana.

Hablamos de la monja que ha conseguido que se publique la obra de la madre Teresa, el santo Job de Fray Luis de León, la que ha salvado el manuscrito de el «Cántico espiritual» llevándolo consigo a París y luego a Bruselas. Este último detalle lo desconocen sus enemigos. Ellos creen que aún pueden hacer desaparecer definitivamente el poema y para ello acuden a los conventos donde sor Ana de Jesús ha sido priora: el de Beas, el de Granada, el de Madrid.

No lograrán su propósito. El «Cántico» se publicará por primera vez en París en 1623, aunque traducido al francés. En castellano verá la luz en letras de imprenta en Bruselas cuatro años más tarde. En España habrá de aguardar hasta 1630.